Presupuestos Participativos #MolinadeSegura

Parte I

Mi contacto con el proceso de Presupuestos Participativos ha sido breve pero esclarecedor. No pretendo con este blog más que trasladar mi experiencia desmotivada por este proceso poniendo atención en aquellos puntos que me dejaron estupefacto ante tan poca profesionalidad y el aparentemente alto presupuesto.

Para aquellos que no sepan aún a qué me refiero con Presupuestos Participativos les digo que este procedimiento de gestión del gasto municipal pretende mediante iniciativas ciudadanas y participación conjunta con técnicos del ayuntamiento decidir, planificar, realizar y supervisar actuaciones de inversión general, acercando a los vecinos parte de la responsabilidad municipal al tiempo que nos hace ver los entresijos de nuestro ayuntamiento. Dicho de esta forma parece, a priori, una buena forma participar tal y como nos dice el título en los presupuestos municipales, sin embargo, pasado por la batidora de los partidos políticos y algunos colectivos influyentes se convierte finalmente en una herramienta de frustración y manipulación burda donde la intencionalidad es patente desde la primera reunión con las denominadas «dinamizadoras».

Tengo contacto con este procedimiento a través de las RRSS donde veo publicitado que buscaban vecinos que quisieran comprometerse con su comunidad mediante los Presupuestos Participativos lo que en un primer momento me entusiasmó ya que hacía tiempo observaba la necesidad de mejorar ciertos aspectos de mi vecindario. Como es habitual cuando focalizamos en algún aspecto de nuestra realidad más cercana, comienzo a observar la cantidad de vallas, prensa, anuncios, RRSS y otros medios que se hacían eco de tal proceso y es aquí cuando me pregunté ¿habrá servido para algo este plan de comunicación? Más tarde descubrí durante la votación de los presupuestos que esta campaña había servido más bien poco ya que la mayoría de mis vecinos, a quien trataba de convencer, me hacían siempre la misma pregunta ¿y eso que es? y con cada vecino una charla y una rogativa “por favor acércate porque es importante para todos”. Afortunadamente el presupuesto de comunicación era independiente del presupuesto de los 2.000.000 €.

Es aquí donde llegamos a la primera reunión con las dinamizadoras y se me caen los palos del sombraje ya que tras una primera charla, donde nos explican un poco por encima el proceso, llegan las primeras preguntas a las cuales no supieron responder o al menos no convincentemente. Preguntas como ¿en qué situación están los presupuestos del año pasado? ¿por qué existen aún partidas sin ejecutar? ¿cuánto se destina a comunicación y sueldos de la dinamizadoras? o la que para mí es la más importante ¿por qué el sistema es tan profundamente injusto? y respondieron con un «todo es mejorable». Pues bien, cuando creíamos los allí presentes que la cosa mejoraría, tras varios minutos de quejas y la desilusión se iba apoderando del momento, es cuando nos sueltan la perla de la noche, la distribución del presupuesto según la naturaleza de las propuesta y nos dicen que el 75% del presupuesto es para mejora de infraestructuras relacionadas con el agua y el resto, el 25%, para propuestas de diversa naturaleza en la que excluían asuntos tan importantes para los vecinos como el deporte…y es aquí cuando se oyó un colectivo «¿cómo?» y el malestar general inundó la habitación, el tono de voz de los asistentes se disparó ante el engaño que esa noche nos había reunido a todos en esa sala con la intención común de participar en la mejora de nuestro vecindario. Habrá quien a estas alturas de mi relato se pregunte ¿porque este malestar?, pues bien, el problema de base es la misma esencia de los presupuestos que choca de frente contra el procedimiento en el que se recogen las propuestas y me explico, tras haberme dado una vuelta por el barrio unos días antes y revisar cuáles eran a mi humilde parecer los problemas que teníamos, yo llegaba aquella noche sin grandes pretensiones, una acera por aquí, un parque por allá, unas farolas o como mucho un parche de asfalto y es aquí donde reside el cabreo de la mayoría de los asistentes pues ese 75% es un presupuesto muy alto lógicamente ya que las infraestructuras de agua son muy costosas, hasta aquí bien, sin embargo nosotros no conocíamos este dato por lo que no teníamos ninguna propuesta que pudiese encajar en dicha partida y de tenerla, improvisadamente, esta venía cargada de dudas sin saber si era viable, si los técnicos la consideraría factible o lo peor a mi entender, cuánto podrían costar mis propuestas porque señores del Ayuntamiento, los vecinos no somos expertos en infraestructuras. Pues no contentos con semejante disparate resulta que en esa primera reunión y sin dilación debían salir las propuestas para el ayuntamiento, sin un «nos vemos la semana que viene» o «lo ven y me las mandan» o «me las envían por email»….nada, a bocajarro, lo que nos dejó la sensación de que el Ayuntamiento nos mandaba un mensaje claro: “es lo que hay”. En fin, resignados seguimos la reunión y cuando parecía que aún quedaba un poco de sensatez que sería el otro 25% caemos en la cuenta que se dividía entre todas la zonas del municipio de Molina, que recordemos tiene 70.000 habitantes divididas en 5 zonas, que dentro de cada zona de naturaleza radicalmente distinta (campo, ciudad, pedanías y urbanizaciones) existen necesidades distintas y que con 500.000 € íbamos a tocar a muy poco.

Termino esta primera parte de mi relato con un modesto consejo a los señores del Ayuntamiento de Molina de Segura, comprendo que a veces no es fácil hacerle ver a la ciudadanía las buenas intenciones que supongo se tienen por parte del Consistorio, pero les pido reflexionen sobre cómo los vecinos nos sentimos cuando se nos imponen unas normas por sorpresa, aparentemente poco flexibles, eliminando asuntos como el deporte, sembrando el enfrentamiento entre zonas por cochino dinero. En definitiva si ustedes quieren realmente hacer de este proceso algo útil y confiable deben prestar más atención a la experiencia de usuario, tan de moda últimamente, y promover la satisfacción de pertenencia al Municipio y al proceso de participación porque, lo contrario, no nos viene bien a nadie.

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